El ejercicio aeróbico es una herramienta esencial para mantener tu colesterol y triglicéridos bajo control. Actividades como caminar, trotar, nadar o montar bicicleta activan tu sistema cardiovascular, ayudan a quemar grasa y promueven una mejor circulación sanguínea. Realizar al menos 150 minutos semanales de actividad moderada puede generar mejoras significativas en tu perfil lipídico.
El beneficio no es solo físico. El ejercicio también reduce el estrés, que puede estar vinculado a desequilibrios hormonales que afectan el colesterol. Además, mejora el estado de ánimo, regula el apetito y favorece un sueño más reparador, todo lo cual impacta positivamente en tu salud metabólica.
Una buena rutina puede adaptarse fácilmente a tu día a día. Por ejemplo, caminar 30 minutos diarios o bailar en casa al ritmo de tu música favorita también cuentan como ejercicios aeróbicos. Lo importante es ser constante y disfrutar del proceso para que se convierta en un hábito sostenible.
Si tienes condiciones de salud preexistentes o llevas mucho tiempo sin hacer ejercicio, es recomendable consultar con un profesional antes de comenzar. Una rutina adecuada, combinada con buena alimentación, es una de las mejores inversiones que puedes hacer por tu corazón.